Debido a los comentarios que amablemente me han hecho llegar con respecto a los artículos del ciclo que llamé “improvisación armónica”, mismo en el que incluí temas como: las estructuras de los acordes, las funciones tonales y sus familias, la progresión II – V – I, las escalas acorde y la importancia de los acordes de tercera y séptima, entre otros, interrumpiré momentáneamente el ciclo que actualmente dedico a la improvisación en la guitarra para aclarar algunos puntos.
Como dije, la improvisación armónica consiste en la libre elección del color que se desea para cada una de las funciones tonales. Si respetamos los grados, uno tres y siete de cada acorde podemos elegir las cualidades de las quintas y de las extensiones o tensiones, esto significa que en un acorde dominante siete tendremos como constante los grados, uno justo, el tercero mayor y el séptimo menor dejando a nuestro gusto si la quinta será: justa, disminuida o aumentada, la novena: mayor o menor y así mismo con la oncena y la trecena.
Mencioné que en un grupo de jazz el que tiene la ultima palabra con respecto al color de la armonía es el solista en turno, lo que no significa que sus compañeros no puedan hacerle sugerencias armónicas, lo que dije que no debe suceder, es que si el solista en algún momento elige la novena, alguno de sus compañeros toque la novena bemol obteniendo con esto un sonido torpe.
La aclaración principal es que estos conceptos aplican solo cuando se esta trabajando en un ámbito funcional (en música basada en las funciones tonales) como es el caso del llamado “jazz tradicional”.
Existen otros contextos para la improvisación como son, la armonía modal, la atonal etc. y de ninguna forma he sugerido que estas deban regirse por las bases teóricas antes expuestas.
Existe un concepto muy empleado en la improvisación del jazz de hoy que es el “out side” mismo que consiste en salir de la armonía que impera para regresar a esta en algún punto (o si se desea no regresar). Las técnicas para hacer “out side” son muchas, como puede ser, el moverse cromáticamente, es decir si estamos improvisando con un dórico de la, movernos a si bemol o sol sostenido usando el mismo modo, También podemos hacer melodías con movimientos paralelos, por ejemplo una triada mayor moviéndose por terceras menores o por segundas mayores etc. Así mismo podemos usar la escala cromática o las escalas paralelas, exafona y disminuida y todo esto entre muchas otras técnicas, pero si no tengo bien presente la estructura armónica sobre la que estoy improvisando no puedo tener control del “out side”. Como puedes salirte si no estas adentro.
En general pienso que no hay nada que un músico haga intencionalmente que pueda ser juzgado como mal hecho o malo, existen muchos criterios estéticos y es importante que estemos abiertos a todas las propuestas y por supuesto tenemos el derecho a que algunas cosas nos gusten y otras no. Mi padre se dedicaba a componer música de la llamada “contemporánea” misma a la que el mismo llamaba “música seria” y junto a el conocí a los principales compositores del siglo XX y puedo decirles que realmente hay música contemporánea maravillosa.
La música no tiene por que ser “bonita” tiene que expresar, puede ser triste o furiosa, melancólica o alegre, consonante o disonante (términos por demás discutidos y relativos). El asunto no es cuan dura sea la música, sino en el control que el músico debe tener sobre la misma, si no sabes como va a sonar lo que estas tocando, es decir, si solo metes las manos sin conocimiento del resultado estético, dudo que puedas comunicarlo. Por eso recomiendo, si eres improvisador o deseas serlo, que estudies lo necesario para lograr definir el color de cada región armónica y por supuesto, para que controles a voluntad el mismo.
Todo improvisador en su formación debe estudiar el lenguaje del jazz que lo antecede, es importante tocar los standards con control sobre la armonía para después de tener dominio, hacer lo que desees, ya sea tocar el jazz mas tradicional, tocar fee jazz o fusionar cualquier tipo de música con el jazz.